lunes, 25 de enero de 2010

Unicauca en Santander de Quilichao... Un sueño de los nortecaucanos

Por: Luz Amanda Moreno.
Docente, Licenciada en Lenguas
lamanda03@hotmail.com

Segismundo repite: “La vida es sueño, y los sueños son”.
E sta conseja me pone a pensar si los sueños todos son
solamente una simple recreación onírica; supongo que
no, que son el combustible necesario para producir el
fuego de su consolidación. La vida sin sueños sería más
dolorosa que en su absoluta realidad, y sería millones
de veces más dura si los sueños no pudieran hacerse
realidad.
Las universidades, antes concebidas como claustros
del conocimiento, deben hoy día estar a la
altura de los tiempos y de sus objetivos esenciales,
entre los que se debe privilegiar el pensamiento
científico, de tal manera que su hacer
conlleve a las transformaciones de las sociedades, para
el beneficio general y el de los seres que la conforman en particular,
y estas redes de acción y pensamientos proponen para los días que corren, una
universidad abierta, una universidad incluyente, que desborde sus principios coloniales
y llegue como manso río a convulsionar las torrentosas corrientes de pensamientos
en varias latitudes.
Es por su esencia y por la urgencia de los tiempos, que hace tiempo, los quilichagueños
y los nortecaucanos soñamos, esperamos y hacemos muchas volteretas, para que
la universidad, que es del Cauca, llegue realmente a las tierras del norte, no solamente
como un edificio magno, sino como espíritu material permanente.
Y pensar en su presencia, no es perderse en confabulaciones de círculos inhibitorios,
sino presencia para dar vida a tantos sueños que jamás podrían volverse realidad, si la
oportunidad de su presencia real no lo permite.
Hay conceptos varios sobre lo que la universidad debe brindar para el mencionado
desarrollo de las regiones. Estoy convencida que la Universidad del Cauca debe llegar
para construir la verdadera postmodernidad, no la que pone al hombre como cosa de
la producción, sino la que revoluciona los tiempos, para reconocer en el hombre, y la
mujer desde luego, seres complejos, mágicos y magníficos que necesitan consolidar
a la luz del conocimiento académico esas potencialidades dormidas, que los “desarrollos
empresariales”, pretenden silenciar.
Este es uno de los principios que debe motivar la presencia real de la Universidad del
Cauca en el suelo quilichagueño; los viejos la soñaron y muchos murieron sin ver su
sueño hacerse realidad; los jóvenes la necesitan aunque el discurso de la modernidad
les haya inventado que acá se necesitan “operarios”, “técnicos”, mano de obra y para
desflorar la esperanza,-mano de obra barata-. Los gestores culturales quilichagueños,
los artistas, necesitamos una universidad donde podamos escribir nuestra historia,
esa que engrandecerá al hombre en todo su esplendor, no esa que llamamos desarrollo,
pero al arrase, sino la que sueña con un mundo mejor, un mundo de dignidad,
donde si alguien se hace panadero, no es porque le tocó, sino porque lo soñó, y donde
las artes y las ciencias sean el piso donde florezca la verdadera civilización.
Universidad del Cauca: esperamos tu presencia real en las tierras de Quilichao, como
primer paso en tu rumbo de apoyo al desarrollo socio económico de los municipios
nortecaucanos. ¡Es aquí y ahora!

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